dimecres, 21 d’agost del 2013

Un mundo lleno de oportunidades

Andando por cualquier rincón, observando lo que te rodea y estando atento a los pequeños detalles puedes distinguir que una coordenada básica en la vida de las personas son los conflictos. Quizás, empujados por el contexto actual donde la crisis económica, de valores, la falta de trabajo y oportunidades-los más grandes pero también los más jóvenes-, la crisis del estado del bienestar, y sobre todo la incertidumbre nos dotan de un seguido de experiencia negativas que nos llevan a pensar en negativo. En otras palabras, se convierte en el más normal del mundo el hecho de dejarnos llevar por el pesimismo. Pero la realidad es que el conflicto es algo positivo, indica que se está produciendo un cambio y este necesariamente no es peor sino que se produce ante las necesidades de los seres humanos de avanzar y sobreponerse a las dificultades.

Todo esto no es nuevo, a lo largo de la historia las hipótesis pesimistas se han entrelazado con aquellas hipótesis más positivistas, produciendo diferentes teorías y debates que han terminado por provocar épocas donde predominaban unas u otras. ¿Cuál es pues, la verdad? Desde mi punto de vista no me centraría en qué es mejor, sino con aquella con la que cada uno se encuentra más cómodo o nos permite avanzar. Para mí, es importante tener la certeza de que las cosas siempre pueden mejorar y que los conflictos se producen por cambios o retos que nos aparecen en nuestra vida cotidiana. Detrás de todo ello nos espera un mundo lleno de oportunidades. Por el contrario, si nos centramos en que todo puede ir a peor, nos adentraremos en un mundo lleno de sombras y penumbras en el que cualquier cosa que hagamos nos perjudicará enormemente. Esto provocará que veamos demonios en nuestro entorno, y que aquellas personas que pasan por nuestra vida en ese instante concreto las vemos distorsionadas y percibimos que nos quieren hacer daño.

Dicho esto, en las últimas semanas he descubierto dos noticias que me demuestran que el cada día surgen oportunidades, ya veces cuando menos las esperas. Por un lado, las últimas semanas en los periódicos se comenta que Israel y Palestina están poniendo en marcha otro proceso negociador. Este conflicto arrastra un pedazo de historia que condiciona fuertemente cualquier negociación, por mucho que la mejor de las voluntades sea la que aparece en los titulares de los periódicos - Israel y Palestina se sientan para negociar el fin del conflicto - y parezca que esta vez si que es la buena. Mi experiencia me dice, que deberán cambiar muchas cosas para que realmente esto sea así. Quizás esto refleja un punto de vista pesimista pero nada más lejos de la realidad, ya que el simple hecho de que estos dos actores - Israel y Palestina-se sienten uno frente al otro ya es de por sí una oportunidad inmensa. ¿Qué pasaría si por arte de magia surge la posibilidad de que se resuelva este conflicto? Según los periódicos no sería una idea disparatada. Por otra parte, hace pocos días surgió en la prensa la noticia de que en Bangladesh se están haciendo muchos esfuerzos para erradicar la pobreza del País. Esto no ha ocurrido, pero sí que ha evolucionado de manera espectacular. Incluso han sorprendido a las Naciones Unidas, aunque estas fueron la institución encargada de redactar los Objetivos del Milenio que perseguían precisamente la erradicación de la pobreza, y que marcaba el rumbo a seguir aquellos países que tenían en común esta problemática. Imaginaos si eso no es magia. Una institución que marca unos objetivos, y que se sorprende de que alguien se aproxime, aunque sea de lejos.


Esto me lleva a reforzar aún más la idea de que vivimos en un mundo lleno de oportunidades, y que sólo falta que cambiamos la mirada con la que observamos la realidad. Los conflictos, si sabemos gestionarlos, devendrán oportunidades para avanzar a un futuro mejor. Sólo hace falta paciencia, formación y voluntad. Hacer cosas diferentes a las que estamos acostumbrados.

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